sábado, 24 de julio de 2010

Segundo “Lohengrin” de Kent Nagano

Decca publica la segunda grabación en DVD de Lohengrin de Wagner dirigido por Kent Nagano. Lo cual no deja de sorprender en un director apenas conocido por sus interpretaciones wagnerianas. De hecho, ni en la primera grabación (Opus Arte 2006) ni en la segunda toca fondo este músico que, todavía, sigue asociado ante todo a la música del siglo XX, de la que es general uno de sus más relevantes intérpretes.

Yo creo que la primera tiene un nivel más sostenidamente correcto, pues en la segunda se acentúan algunos altibajos: el sublime Preludio del Acto I, sin ir más lejos, es algo decepcionante por su insipidez que casi entra de lleno en la rutina. Además, el Coro (EuropaChor Akademie Mainz y Ópera de Lyon) y la Orquesta (Deutsches Symphonie-Orchester Berlin) de la primera eran algo mejores que los de ahora, los de la Ópera Estatal de Baviera. También la grabación fue superior a la actual.

Pero el de 2009 tiene un reparto más equilibrado, sin el grave lunar de aquél (el protagonista, un blanquísimo y blandísimo Klaus Florian Vogt). En el nuevo todos están al menos bien, con la relativa excepción de Wolfgang Koch como Telramund algo sobreactuado, si bien posee una voz de buena clase. Michaela Schuster, sin llegar al grado de sutileza de Waltraud Meier, es una espléndida voz intermedia entre soprano y mezzo dramática, oscura, que hace una Ortrud de una pieza, además de ser una estupenda actriz. Una excelente sorpresa es el alto nivel alcanzado en poco tiempo por el joven bajo Christoph Fischesser (Rey Enrique), que no sólo no pasa apuros en su tremenda parte, con una tesitura de locos, sino que además canta y expresa con gran acierto: creo que a René Pape le ha salido un rival. Algo bruto, pero aceptable el Heraldo de Evgeny Nikitin, de sólida materia prima.

Dejo la pareja protagonista para el final: esto es, sin duda, lo mejor que le he escuchado hasta ahora a Jonas Kaufmann, tenor de voz oscura cada vez menos lírico, que hace un Lohengrin muy bien cantado (con algún pequeño problema aislado cuando debe apianar: o sea, nada nuevo en los tenores que encarnan este papel) y que aborda con pasión y valentía, con una sobresaliente firmeza y brillo (oscuro, mate) en los agudos y sin llegar agotado al final de la función. Es muy creíble y convincente: hasta ahora el último eslabón de la cadena áurea formada por Windgassen, Sándor Konya, Jess Thomas, James King, Kollo, Jerusalem, Domingo y Seiffert.

Y no sé si pensar que Anja Harteros es la Elsa que más me ha gustado hasta la fecha (lo que no es poco decir...): voz lírica ancha muy bella (a la que imagino cantando Isolda dentro de no mucho) que posee una técnica canora excepcional y un arte verdaderamente acabado: en suma, una artista de una pieza. Ni qué decir que no cae en los amaneramientos ni cursilerías que a veces hacen odioso este personaje.

De la dirección escénica de Richard Jones prefiero no hablar: me ha parecido un dislate en toda regla, sin pies ni cabeza. A diferencia del de 2006, a cargo de Nikolaus Lehnhoff, que era bastante sensato.

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