miércoles, 11 de enero de 2012

“La forza del destino” de Stemme, Carlos Álvarez y Mehta en Viena

Escuchando este doble DVD de C Major, filmación de una velada en la Ópera Estatal de Viena el pasado 2008, se da uno mejor cuenta de lo extraordinariamente difícil que es montar una ópera como ésta –y otras cuantas de Verdi, dicho sea de paso. Sí, porque los cuatro papeles principales son de una dificultad tremenda, y es en verdad arduo hallar cantantes que puedan dar la talla. Aquí se ha estado cerca de conseguirlo, si bien el rol de Don Alvaro es poco menos que imposible cubrirlo hoy como es debido.

Y, la verdad, el malogrado Salvatore Licitra no lo consigue; le viene muy grande, es demasiado dramático para su voz, que además de mostrar carencias técnicas se hallaba cascada por haber abordado papeles excesivos: abre en el registro agudo, que a veces emite con un esfuerzo desaforado. Lástima, porque su timbre era privilegiadamente bello. Y tenía buen gusto, como queda patente en ciertas frases que no le exigen por encima de sus posibilidades. El otro protagonista no del todo en su sitio es Alastair Miles, pues el Padre Superior y el Marqués de Calatrava (papel que también canta aquí) exigen un bajo-bajo, y no un bajo-barítono. Por lo demás, canta con buena línea y pronuncia el italiano con corrección.

Los dos grandes triunfadores de la noche fueron, en cualquier caso, Carlos Álvarez (al parecer, poco antes de sufrir una afección que le obligó a retirarse durante unos pocos años), una de las voces de barítono más hermosas de los últimos tiempos y un cantante de una pieza, que saca adelante con brillantez un rol tan dramático (demasiado para él: en “Urna fatale” está al límite) y tan duro como el Don Carlo di Vargas. Nina Stemme, finalmente, posee la voz dramática que exige Leonora y es una cantante y una intérprete excepcionalmente musical; aun así, en el aria del Acto I no es capaz de emitir el agudo en pp, sino forte, y en su demoledora escena con el Padre Superior llega a casi gritar alguna de las notas más inclementes; en el aria final (“Pace, pace, mio Dio!”), sin embargo, está sensacional.

Melitone lo hace el joven barítono (que no bajo bufo) Tiziano Bracci, y Preziosilla, la mezzo Nadia Krasteva: ambos con corrección. Bien el Coro y muy bien (aunque quizá por debajo de lo esperado) la Orquesta, conducidos con garra y mano firme por Zubin Mehta, que aquí vuelve a emular sus mejores registros verdianos, como Il Trovatore de su juventud (con Leontyne Price y Domingo). La obertura, sin embargo, es un poco rutinaria. Dejo para el final el dislate total de esta versión, que la descalificará para muchos: una escena (a cargo de David Pountney, a quien le he visto cosas interesantes) delirante, absurda, feísima, llena de ocurrencias a cuál más disparatada, que a ratos –por ejemplo cuando aparece Preziosilla– quiere, impotente, provocar la risa.

Seguimos, pues, sin una “Forza” en DVD de primera categoría, a no ser la de Hardy, de baja calidad técnica, que recoge una noche histórica, el 18 de junio de 1978, en La Scala: Caballé, Carreras, Cappuccilli, Ghiaurov y Bruscantini, con soberbia dirección de Patanè. Pero con una escena anticuada y feota.

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