lunes, 4 de junio de 2012

Un impresionante Wernicke y un desigual Thielemann dirigen “Elektra” de Strauss

Seguimos sin una Elektra straussiana en DVD a pedir de boca, desde la de Karl Böhm y Götz Friedrich (película, D.G., 1982), que, por suerte, sigue manteniendo una calidad técnica muy notable. La orquesta –la Filarmónica de Viena– y el reparto vocal –Leonie Rysanek, Astrid Varnay, Dietrich Fischer-Dieskau, Catarina Ligendza, Hans Beirer– siguen siendo sencillamente asombrosos.
Pero las versiones posteriores a ésta –Claudio Abbado y Harry Kupfer, con Eva Marton, Brigitte Fassbaender, Franz Grundheber, Cheryl Studer y James King (Arthaus, Ópera de Viena 1989) o Daniele Gatti y Nikolaus Lehnhoff, con Iréne Theorin, Waltraud Meier, René Pape, Eva-Maria Westbroek, Robert Gambill y la Filarmónica de Viena en Salzburgo, comentada en este blog (Arthaus 2010)– no terminan de convencer.
Ahora Opus Arte publica en DVD y Blu-Ray otra versión, que encuentro fascinante desde el punto de vista visual (el artífice es nada menos que el malogrado Herbert Wernicke), pero deficiente en lo musical. Lástima. La dirección del santo subito Christian Thielemann (santificado, sí, antes de tiempo, por algunos) no me termina de gustar (menos que la de Abbado y mucho menos que la de Böhm), cayendo en notorios altibajos a lo largo de la obra, con momentos excelentes, sobre todo los más digamos líricos o románticos, pero sin la debida unidad y continuidad, sin la necesaria progresión dramática, y con algunos pasajes de una hinchazón del Karajan más cargante (incluso justo antes de los tremendos golpetazos conclusivos), que aquí no convienen en absoluto: una vez más, me parece que Thielemann no ha madurado lo suficiente la partitura, como le ha ocurrido con muchas obras maestras de enorme dificultad conceptual que ha abordado, sean de Beethoven, de Bruckner, Brahms o Wagner.
Pero es que tampoco el reparto me ha parecido muy conseguido: Linda Watson posee una voz dramática ya algo gastada y es una intérprete bastante plana, que parece proponerse dar las notas (¡no es poco!) y apenas poco más. Algo así le ocurre al gris y sin relieve Orestes de Albert Dohmen. Mejor, pero no mucho, Manuela Uhl como Crisotemis bastante capaz aunque no muy convincente, y René Kollo como acertado Egisto y con la voz no tan arruinada como me temía (en todo caso, ya se sabe, es un papel que admite ese declive puramente canoro).
Lo que más me ha gustado del elenco, y mucho por cierto, es la Clitemnestra de Jane Henschel, muy bien de voz (casi de contralto) y totalmente creíble como intérprete y como actriz. Pero no es suficiente, la verdad, pues varias grabaciones en CD (Böhm, Solti, Barenboim, Sinopoli) son, para mí, en conjunto, muy superiores.
Lo realmente extraordinario es la concepción visual de Wernicke, extremadamente sobria y poderosa en la escenografía –sencillos elementos geométricos a base de rojo y negro– y el desenvolvimiento de los personajes (ya que el trabajo con los actores no ha podido ser suyo, sino de Bettina Göschl). Aun así, por ahora, tendremos que seguir refugiándonos en el clásico que difícilmente pasará de moda de Böhm y Friedrich.

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