sábado, 14 de septiembre de 2013

Arias para barítono de Verdi por Plácido Domingo y Pablo Heras Casado



Este disco gustará tanto a unos como disgustará a otros (sobre a los que siempre le han negado a Plácido el pan y la sal, entre los cuales hay un conocido y respetado crítico... Español, por supuesto, pues sería arduo hallar uno extranjero que ponga de vuelta y media la apabullante trayectoria del tenor madrileño). Yo, aunque no sin alguna reserva, me encuentro rotundamente entre los primeros.
Creo que, sin temor a exagerar, puede afirmarse que Plácido ha sido uno de los más grandes cantantes de las últimas cuatro décadas y, en el terreno verdiano, especialmente admirable: muchos de sus personajes tenoriles están asociados para siempre a su nombre, sean Don Carlo, Don Alvaro, Riccardo (Gustavo III), Gabriele Adorno, Rodolfo, Manrico (¡papel que, no se olvide, no tiene escritos los Do de “Di quella pira”!, su talón de Aquiles), Radamès u Otello. Comprendo que a su edad, cuando ya apenas puede abordar papeles tenoriles, desee con fuerza cantar otros baritonales, que son con frecuencia más hermosos y tentadores aún.
Dado que su voz sigue sonando bastante joven a sus 72 años, sin los defectos que suelen apreciarse a esas edades, creo que está en todo su derecho, y que hace bien, en hacerlo. Sobre todo teniendo en cuenta que posee armas poderosas para hacerles justicia: el estilo verdiano cien por cien, la musicalidad, la línea de canto y, por encima de todo, su lucidez como intérprete, como se aprecia tanto en los recitativos como en las arias. Por no hablar de su excepcional potencia expresiva.
Como inconveniente, que aunque su tesitura actual le permite emitir casi siempre bien tanto los agudos como los graves, no posee verdadero color baritonal. A esta carencia cada uno le dará la importancia que quiera; para mí no es fundamental, si bien para algunos constituye un problema insalvable. Lo que no me parece de recibo es que algunos que se rasgan las vestiduras porque Plácido, sin ser barítono, cante papeles de tal, no pongan mayores objeciones a Ramón Vinay cantando lo mismo Don José, el protagonista de Otello que Telramund (¡barítono-bajo!) de Lohengrin, o que Maria Callas aborde Rosina del Barbero, Carmen, Amina de La sonámbula o Gioconda. ¿En qué quedamos?...
No todas las escenas de este disco le van igualmente bien a Plácido, pero hay algunas en las que convence de lleno: La Traviata, Boccanegra (no conozco barítono que haya llegado tan al fondo de este personaje) o Don Carlo, sobre todo. Papeles baritonales más dramáticos como los de Macbeth o Ernani también los solventa bastante bien, y en cuanto a Rigoletto, en “Cortiggiani!” conmueve hasta la médula sin los excesos de gusto dudoso de un Leo Nucci, un año más joven. Pero, claro está, en “Eri tu” del Ballo no logra la sublime línea de canto de Fischer-Dieskau en su recital con Alberto Erede y la Filarmónica de Berlín (EMI 1960).
Magnífica, atentísima, calibrada y con nervio, la dirección del talentoso joven Pablo Heras Casado al frente de la mejor orquesta española, la de la Comunidad Valenciana. Parece, claramente, que Verdi también está entre los autores con los que se entiende bien. ¡Bravo, Pablo!




3 comentarios:

  1. Seguro que nuestro Plácido no tarda en sacar el disco de arias verdianas para mezzo. Sus seguidores lo esperamos con impaciencia...

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  2. Para que luego digan que a los melómanos les falta sentido del humor y que son pacifistas a tope.

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  3. Yo admito todas las opiniones siempre que se le designe como un gran músico, pero jamás como un tenor excepcional, le otorgaría el calificativo de baritenor como marcos redondo y ya está bien

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