lunes, 13 de abril de 2015

Dos leyendas del piano hacen música juntos

 
Argerich y Barenboim tocan Mozart, Schubert y Stravinsky
En 2014 ofrecieron en público un recital con este programa los dos más grandes pianistas nacidos en Buenos Aires, tanto en la Philharmonie de Berlín (abril) como en el Teatro Colón de la capital argentina (5 de agosto), con el comprensible entusiasmo desatado del público, pues se trata de dos auténticas leyendas del piano que tuvieron sendas noches memorables. Martha Argerich y Daniel Barenboim se conocieron de niños en su ciudad natal (ella nació el 5 de junio de 1941, él el 15 de noviembre de 1942), pero no habían colaborado juntos en muchas ocasiones. En disco, lo hicieron en unas Noches en los jardines de España grabadas por Erato (1986) con la Orquesta de París. Estuvo en proyecto grabar los Conciertos de Liszt, pero ella se vio aquejada de la grave enfermedad que la tuvo apartada de la actividad musical durante unos años. Solo recientemente, Barenboim la volvió a dirigir, al menos el Primer Concierto de Beethoven, que sin embargo no han llevado al disco. Y solo en esas ocasiones tuvieron la idea de tocar juntos, a cuatro manos, como propina tras los conciertos. Por ejemplo, el 24 de abril de 2014, ella interpretó en Aix-en-Provence con la Orquesta de Cámara de Europa dirigida por Emanuel Krivine precisamente el Primero de Beethoven y, para sorpresa de los espectadores, entre los que se encontraba Barenboim, éste subió al escenario y juntos tocaron maravillosamente el excelso Gran Rondó en La mayor, D 951 de Schubert (que alguien ha colgado en YouTube con notable calidad de imagen y sonido).

Argerich y Barenboim son dos personalidades fuertes y bastante diferentes, por eso sorprenden las declaraciones de ambos afirmando que son, como músicos, algo así como hermanos gemelos. Si se les escucha por separado se parecen, la verdad, más bien poco. Pero en estas tres obras se han avenido a la perfección -supongo que negociando, cediendo mutuamente en lo que les separa-; incluso han confluido sus sonoridades. Es, en el fondo, como cuando un solista y un director que difieren abiertamente hacen música juntos en perfecta consonancia, algo a lo que estamos más acostumbrados.

Tengo la impresión de que en la Sonata K 448 de Mozart, seguramente la obra para dos pianistas más destacada de su autor, Barenboim ha cedido (así le pareció ya a Fernando López Vargas-Machuca en su crítica) la iniciativa a su amiga, pues la interpretación suena más a ella que a él: más lúdica, por así decirlo. Pese a que en los últimos tiempos Barenboim (con cien veces más bagaje mozartiano que ella) suele hacer un Mozart menos serio, adusto y exclusivamente profundo y dramático que antes, me reafirmo en esa impresión, que se manifiesta en sendos allegros muy optimistas, libres y espontáneos. Ello no impide, en absoluto, que el Andante que nos ofrecen sea un remanso de poesía del más alto nivel. En las Variaciones D 813 de Schubert, en cambio, emerge sobre todo la personalidad del pianista-director. En cualquier caso, son, es curioso, notablemente diferentes a las que él y Radu Lupu grabaron para Teldec en 1997 (un CD que contiene también las tres Marchas militares D 733 y la Sonata "Gran Dúo" D 812 y que vale su peso en oro). Aquella versión era más adusta y en la reciente hay más lirismo y ternura. (A propósito: ¡cuántos tesoros desconocidos abundan en la casi olvidada producción para dos pianistas de Schubert! Apenas nos acordamos de alguna otra página que de la excelsa Fantasía en Fa menor, D 940).

Y en La consagración de la primavera ¿cuál de ambas voluntades ha predominado? No sabría decirlo. Esta versión, arreglada por el propio Stravinsky, constituye un acierto total: es asombroso cómo conserva casi todo lo que se escucha en la versión orquestal. Se precisan dos auténticos héroes del teclado, y helos aquí. Y no para tocar todo el tiempo con pulsación percutiva: esta es muy necesaria, y con enorme contundencia a menudo, pero la obra gana mucho cuando los ejecutantes no se limitan a masacrar los teclados. El resultado es, de nuevo, magnífico. ¡Qué dos músicos tan grandes en su madurez artística plena!

Tras el programa oficial con las tres obras que figuran en este blu-ray, en Berlín ofrecieron algún bis (dos, si no mal recuerdo) que, lástima, no han incluido en la publicación. Del mismo modo, en Buenos Aires tocaron tres propinas: la primera, nada menos que el extenso y bellísimo Andante y variaciones op. 46 de Schumann (que requiere, además de los dos pianistas, dos cellos y trompa, con tres músicos del Diván), el Vals de la Segunda Suite de Rachmaninov y la Brazileira de la suite Scaramouche de Milhaud. Deutsche Grammophon ha publicado recientemente un CD (4793922) con el audio de este recital berlinés. Pero verlo, además, es un añadido impagable. Y este blu-ray de EuroArts, con realización del estupendo Michel Beyer, suena ¡aún mejor! (Como curiosidad: Argerich había colaborado antes con no pocos pianistas: Stephen Bishop-Kovacevich, Nelson Freire, Alexandre Rabinovich y otros. Y Barenboim, al menos con el citado Radu Lupu, con James Levine, Yefim Bronfman y Lang Lang).





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