viernes, 10 de julio de 2015

Luis Gago en “El País”

 

“El Tríptico” de Puccini y Plácido Domingo

No cabe duda de que el diario con mayor divulgación e influencia de España ha ganado mucho con la incorporación al área de música clásica de Luis Gago, hombre de enorme cultura -no solo musical- y que además escribe muy bien. Aun así, quiero refutar algunas de las opiniones que vierte en su crítica (3-7-15) de la interpretación en el Teatro Real -cuyo nuevo logo, dicho sea de paso, es bastante más desafortunado que el anterior- de Goyescas de Granados, un miniconcierto de arias y dúos con Plácido Domingo y Gianni Schicchi de Puccini. Afirma que la interpretación aislada de cualquiera de las tres óperas del Tríptico de Puccini "desgajadas, pierden buena parte de su potencia dramática o, como es el caso de Schicchi, cómica". Puede quedar muy bien afirmar eso, pero nada de ello ocurre en la realidad, en la práctica. Gianni Schicchi mantiene por sí sola, aislada, todo su vigor como la mejor opera buffa, de lejos, compuesta en Italia desde Falstaff de Verdi. Que la precedan Il Tabarro y Sour Angelica no le añade un ápice de "potencia". De hecho, los tres títulos del Tríptico se representan en incontables ocasiones por separado, y óperas de otros compositores pueden resultar más acertadas al lado de Schicchi: El caballero avaro de Rachmaninov, por poner un acertado doblete representado por el Festival de Glyndebourne.

Como se sabe, Plácido Domingo iba a haber dirigido Goyescas, pero hace tiempo que se cayó del cartel, por razones que ignoro. Según Gago, no ha debido de ser una pérdida, porque "nuestro tenor es un director de orquesta corriente y moliente". Gago no parece estar muy bien informado al respecto: no debió de escucharle, por ejemplo, su admirable dirección de una ópera tan comprometida como Madama Butterfly (en el mismo Teatro Real) con una Orquesta como la Sinfónica de Madrid, ni su reveladora propuesta para las Noches en los jardines de España de Falla con una Orquesta de otra dimensión, la Sinfónica de Chicago (con Daniel Barenboim al piano), tanto en la grabación discográfica Teldec como la videográfica TDK tomada en público. Por poner solo dos ejemplos. Hay que recordar que Domingo ha dirigido las principales orquestas del mundo (Filarmónicas de Berlín y Viena incluidas), y grabado con varias de ellas... desde el podio.

Afirma también Gago que Plácido canta ahora como barítono, "la cuerda vocal en que ha hallado refugio en los últimos estertores de su gloriosa carrera". Un poco feo y desagradable lo de los últimos estertores ¿no les parece? Y ¿se compadece esa expresión con lo que más abajo añade Gago: "el madrileño conserva en dosis asombrosas para su edad voz, técnica, emisión, instinto, entrega, generosidad, dominio escénico y todo lo ha convertido en una leyenda"? "Pero jamás ha sido, es ni será -añade Gago- un barítono". ¡Vaya afirmación! Si lleva años cantando como barítono, se supone que es también un barítono, puede opinar que malo o como quiera, pero esa tajante afirmación suya no es posible compartirla: además, los adjetivos laudatorios que acaba de dedicarle se los ha aplicado a interpretaciones suyas ¡¡como barítono!! Recuerdo que como barítono ha actuado junto a varios de los más grandes directores musicales, y reiteradamente: ¿nada le dice eso? Se puede afirmar que Domingo no tiene auténtico color de barítono (parecer que comparto), pero por lo que veo Gago se suma a la larga lista de quienes opinan que eso, el color baritonal, es lo único importante: todas las demás cualidades no valen un cero. ¡Y yo que creía que esa opinión era privativa de aficionados poco inteligentes, o de algunos fanáticos antiplacidistas bien conocidos...!

El ilustre cantante chileno Ramón Vinay (1912-1996), que encarnó en 1938 el baritonal Conde Luna de Il Trovatore, el tenoril Don José de Carmen en 1943, más de 250 veces Otello de Verdi, Canio de Pagliacci, Samson, Parsifal, Siegmund de La Walkiria (papeles todos ellos cantados por Plácido), pasó de nuevo a la cuerda baritonal en roles como Iago de Otello o Telramund de Lohengrin, en realidad un rol para ¡barítono-bajo! Pues bien, Vinay ¿nunca ha sido un tenor o nunca ha sido un barítono? Otro ejemplo: Waltraud Meier ¿nunca ha sido una soprano o nunca ha sido una mezzo? Etcétera. (Aprovecho para recordar, a propósito, que dos de los más grandes tenores de la segunda mitad del siglo XX, Carlo Bergonzi y... Plácido Domingo, empezaron sus carreras cantando como... barítonos).

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en que Gianni Schicchi no pierde nada representándola sola o con otra ópera de otro compositor. También comparto su opinión de que la voz o la cuerda no son lo más importante en un cantante, y que descalificar a Domingo por no tener voz de barítono es síntoma de miopía musical. Y las etiquetas de soprano o mezzo-soprano, tenor o barítono son eso, etiquetas. Jorge C.

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    1. Entrevista de Alejandro Martínez a Plácido Domingo
      Hablemos de esta temporada última de Plácido Domingo en papales de barítono. Recuerdo que cuando cantó el Boccanegra decía que sería el único papel para barítono, como capricho personal, digamos. Pero después han venido tantos… ¿Qué ha pasado?
      Siempre había pensando en cantar el Boccanegra antes de retirarme, como despedida. Yo tenía previsto hacerlo al final de mi trayectoria, quizá por estas fechas en que ahora estamos. Pero Daniel Barenboim, con quien tengo una enorme amistad y a quien admiro tantísimo, me propuso cantarlo con él en Berlín y en la Scala, en 2009. Y lo hicimos, y yo después he seguido cantando partes de tenor. Pero empezaron a pedirme el Boccanegra en todas partes: en el Metropolitan, en el Covent Garden, en Madrid, en Viena, en Zúrich… yo mismo lo programé en Los Ángeles como es lógico. Y llegó entonces la oferta para hacer el Rigoletto en vivo en la televisión. Ardua tarea, debo decir, pero lo hice y con gran satisfacción. Me di cuenta entonces de que el repertorio de tenor era ya muy limitado para mí y empecé a buscar otros papeles de barítono que pudiera hacer.
      En sus años como tenor le criticaban por lo que le podían costar en algunos momentos las notas agudas y ahora le critican porque cantando de barítono suena a tenor.
      (Risas). Es cierto, pero yo creo que siempre exageraron. Cuando dicen eso de mis agudos… que oigan, que oigan las grabaciones. Ahí están, en estudio y en directo. Yo nunca tuve facilidad para el Do. Pero encontrarán y no pocos Si naturales, inclusive el Do… Yo vendía todo lo que tenía, palabra por palabra, frase por frase. Yo nunca entendí que una nota aguda fuese lo más importante de mi entrega, en la que había mucho más. Se exageraba entonces con eso y se exagera ahora con mi dedicación como barítono. Yo no “voy” de barítono; soy un tenor que canta papeles de barítono en una etapa muy concreta de mi trayectoria. Y lo hago con una voz que ha ganado oscuridad con Otello, Parsifal y Valquiria. Y es curioso porque mi voz suena más baritonal en la parte grave que en el centro, porque el centro es lo que más he usado como tenor. Entonces si estoy más descansado puedo sacar más un sonido y un color de barítono, pero si estoy cansado la voz busca auxilio en su lugar natural y suena más a tenor, desde luego. Yo me oigo y me digo: “tenor” (risas). Soy tenor y a mucha honra. Y el público lo sabe y viene a escucharme con ese planteamiento de partida.

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  2. Domingo hace años que está en las últimas. Conserva todavía algo del hermoso timbre con el que hizo una carrera importantísima, pero no es barítono y carece de fiato. Es patético verle arrastrándose por los escenarios. Ya sólo queda carisma, presencia. La voz hace tiempo que ni está ni se la espera. Me da mucha pena que grandes artistas, por la razón que sea (unos porque llevan el teatro en la sangre, otros directamente por dinero) alarguen indeciblemente y en pésimas condiciones una gloriosa carrera. Es lamentable. Algunos llegan tan lejos que uno acaba recordando sólo el fantasma de voz destrozada que se paseó veinte años por los escenarios, olvidada tiempo ha la gran carrera que hicieron y la voz maravillosa que se lo permitió. Domingo debería haberse retirado hace como mínimo un lustro. Da igual que le sigan contratando. Da igual que le siga aplaudiendo un puñado de incondicionales. Si no se ha quedado sordo, él debería saber perfectamente cuál es su estado vocal actual y sabría compararse con sí mismo hace años.

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  3. Discrepo profundamente del comentario anónimo del 12 de julio. Precisamente considerar que la cuerda (tenor, mezzo, etc) es una mera etiqueta demuestra una ignorancia supina. De ser una simple etiqueta, los compositores se habrían limitado a escribir papeles para voz masculina o para voz femenina, y quien tuviera la extensión y tesitura requeridas, los cantaría sin importar la cuerda. Sin embargo, esto en absoluto es así. La cuerda es más que una convención o una etiqueta. El c o l o r distingue a unos personajes de otros. Un padre, por ejemplo, nunca será un tenor. Será un barítono o un bajo. El Anónimo del 12 de julio debería aparcar su dominguismo recalcitrante y pensar un poco antes de decir esas cosas. Lo que sí es una etiqueta es que Domingo se presente como barítono, cuando no lo es.

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