sábado, 26 de septiembre de 2015

Las Sinfonías 1, 2, 5 y 7 de Sibelius por Bernstein ¡en Blu-ray!

 

En 2010 publicó EuroArts un doble DVD con las Sinfonías de Sibelius que Leonard Bernstein interpretó al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena entre 1986 y 1990, que fueron -¡qué desgracia!- solo las números 1, 2, 5 y 7. La muerte le impidió culminar su segundo ciclo, el único de la historia del disco que pudo haberle plantado cara al histórico de Barbirolli. Insisto: son versiones irrenunciables, de inmensa belleza y comunicatividad, con una orquesta excelsa (la Hallé de Manchester en el ciclo de Barbirolli no lo es, por mucho que el británico obtenga de ella un rendimiento impensable).

Con magníficas realizaciones del reputado Humphrey Burton, los DVDs, en formato de 4:3, se veían y sonaban aceptablemente bien (la Primera, que es la grabada más tarde, en 1990, me parece que sonaba algo menos bien, un tanto turbia). Ahora el mismo sello, EuroArts, publica las cuatro Sinfonías en Blu-ray, pero han hecho algo muy extraño: pasar a formato de 16:9 las Sinfonías 1, 5 y 7, manteniendo el 4:3 original solo en la Segunda. Ignoro este absurdo, porque en las tres modificadas han sido cortadas por fuerza franjas (superior e inferior) para adaptarlas a la nueva proporción.

No deberían haberlo hecho, por descontado, porque seguro que en muchos momentos se pierden fragmentos de imágenes que deberían haberse conservado y alteran el encuadre original. Pero hay razones muy poderosas para recomendar vivamente el Blu-ray: en primer lugar porque el sonido ha mejorado ostensiblemente en las cuatro, y porque la nitidez de las imágenes es ahora mucho mayor, sobre todo en la bendita Segunda Sinfonía. También en las otras, aunque con diferencias según las cámaras: en cualquiera de esas tres, que se ven casi todo el tiempo mucho mejor, hay cámaras que aportan bastante menos definición. Ignoro por qué en la retransmisión de una misma obra no fueron todas ellas igual de fidedignas... (Por cierto y, como anécdota, tanto en el libretillo de los DVDs como en el del Blu-ray se afirma que fueron filmadas en la Musikverein; pues bien, eso vale para las tres primeras, pero la Séptima fue registrada en la Konzerthaus, también de la capital austriaca).

martes, 22 de septiembre de 2015

El Cuarteto de Jerusalén cumple 20 años y graba los 6 Cuartetos op.18 de Beethoven

 

Hasta ahora este grupo, ¡que tiene ya veinte años, porque sus componentes empezaron muy jóvenes! solo había grabado, por desgracia, cuartetos de aquí y allá: seis de Haydn, tres de Mozart, dos de Schubert, seis de Shostakovich, uno de Smetana, uno de Brahms y otro de Dvorák más un quinteto de cada uno de ellos, etc., y solo un miniciclo: los dos de Janácek. Ahora llevan al disco por fin una serie completa: los seis juveniles Cuartetos Op. 18 beethovenianos.

A la vista de lo absolutamente extraordinarias que son sus interpretaciones de los Haydn me imaginaba que los del joven Beethoven, su directo continuador, serían también admirables. Lo son; si bien es posible que hayan quedado, en algunos de ellos, ligeramente -solo ligeramente- por debajo de esos asombrosos Haydn. En todo caso, la continuidad entre uno y otro compositor queda clara en estas versiones -esa tremenda vitalidad, esa fuerza, esa espontánea frescura-, versiones que manifiestan y transmiten con entusiasmo asombro ante la inagotable inventiva de unas y otras partituras. Pero también es cierto que no confunden a uno y otro autor, pues los elementos nuevos que el joven Beethoven aporta, esa cierta insolencia con que el dotadísimo joven marca ciertas distancias con su maestro, también afloran claramente en estas versiones.

Evidentemente, el grupo del que más cerca se hallan es del Cuarteto de Tokio, concretamente de su grabación para RCA de 1993. Tienen en común con ellos un enfoque generalmente similar, si acaso algo más juvenil e impetuoso -solo algo, insisto, pues los japoneses no andaban precisamente escasos de esas cualidades- y desde luego una perfección técnica aplastante, casi insultante. Me atrevo a decir que el cellista del Jerusalén, Kyril Zlotnikov, es aún superior a su colega del Tokio, el también extraordinario Sadao Harada.

La toma de sonido que RCA hizo a ese grupo era -y sigue siendo- magnífica (no olviden que todos los Cuartetos, más el Quinteto de cuerda, están en un álbum de 9 CDs de precio muy, muy bajo; sería imperdonable no hacerse con esa caja). Pues bien, la toma que han realizado para Harmonia Mundi los ingenieros de los ya míticos Estudios Teldex de Berlín es ¡aún superior! ¡Un auténtico escándalo! Jamás he escuchado un cuarteto de cuerda mejor grabado.

Ojalá este sea el comienzo de la grabación de todos los Cuartetos de Beethoven. Espero que el Jerusalén, para mí el mejor cuarteto de nuestros días, esté ya preparado para tan monumental reto.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Otro asombroso Brahms de Dudamel

 

Tenía traspapelado un disco que me había copiado un amigo y que acabo de escuchar por fin. De haberlo escuchado antes me habría extrañado mucho menos la maravilla que es la dirección de Dudamel en los Conciertos para piano de Brahms con Barenboim, que DG ha publicado hace poco y de los que he hablado en este blog con la mayor admiración (que nos ha dejado descolocados a no pocos: se los he hecho escuchar a ciegas a varios amigos muy avezados que no imaginaban quién demonios hacía hoy un Brahms tan maravilloso. Tampoco se les ocurría qué pianista tan maduro y tan artista podía mostrarse tan rematadamente bien de dedos).

Se trata de una Segunda Sinfonía de ese compositor grabada en público en enero de 2012 con la Orquesta Sinfónica de Chicago. Afirmo que, desde la grabación de Giulini con la Filarmónica de Viena (DG 1992) es, junto a la de Andris Nelsons con la Orquesta de Lucerna en DVD/Blu-ray (también comentada aquí) mi favorita en estos 23 años; ni siquiera estoy seguro de que me haya gustado una pizca menos que la del joven director letón.

La referencia a Giulini, para mí el intérprete supremo de esta obra, no es casual: tanto Nelsons como Dudamel me parece que siguen la estela del genial italiano más que de cualquier otro maestro. Es decir, interpretaciones que, sin dejar de lado el dramatismo, el carácter sombrío y el encrespamiento de muchos momentos de esta Sinfonía, concretamente en sus dos primeros movimientos, son profunda y predominantemente líricas, soñadoras, cantabilísimas. Con tempi amplios (15'45" y 11'00"), Dudamel mima los dos movimientos iniciales con un cuidado extremo hasta en los menores detalles, por ejemplo las transiciones entre secciones, que tantas veces son algo descuidadas o atropelladas. Pero no pierde de vista en ningún momento las grandes líneas, con un control magistral de las tensiones. Las dinámicas poseen una infinidad de grados y obtiene unos colores, en su mayoría ocres y dorados, plateados en algunos instantes, extraordinariamente sugerentes. El Adagio es uno de los más amargos que recuerdo, aun sin cargar en apariencia gran cosa las tintas. Nada especial que decir del Allegretto, mientras que el finale es de los más efervescentes que he escuchado, hasta quizá rozar lo excesivo (le dura solo 8'33"), pero suena sincero y espontáneo, nada efectista o exterior. Dudamel daba ya aquí, hace tres años bien largos, prueba de una madurez extraordinaria, muy inesperada para mí, pues será inútil buscar en toda la discografía otro director joven (con la excepción del referido Nelsons) que la haya logrado hasta tal punto en esta obra.

Maravillosa, asombrosa, la belleza de sonido de la Orquesta, por no hablar de su prefección. Realmente, ni siquiera la Filarmónica de Viena -en teoría la orquesta ideal para esta partitura- la aventaja. Ya podían publicar en disco interpretaciones como esta, mientras aparecen otras que no valen un pimiento (Thielemann y, bastante peor aún, Chailly, cacareadas sin embargo por ciertos críticos: ¡¡ni color!!)

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Zubin Mehta abre Ibermúsica 2015-16 con su Orquesta florentina

 

Es curioso: últimamente me estoy repasando multitud de grabaciones de Conciertos para piano de Beethoven y Mehta los dirige estupendamente, por ejemplo los cinco que grabó con Ashkenazy (Decca 1984) y no digamos el Tercero del 70º cumpleaños de Barenboim (DVD D.G.). (Aún no he vuelto a escuchar su enterior ciclo, con Lupu). Sin embargo, en Sinfonías de Beethoven apenas le había escuchado ninguna que me gustase mucho.

Anoche, en efecto, dio una de cal y otra de arena en su concierto de apertura de Ibermúsica: al frente de la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino ofreció un monográfico que comenzó con una irreprochable Leonora III, muy clásica y contenida más que exaltada o entusiástica. Fue, me parece, la obra que mejor tocó la orquesta, cuya cuerda posee una sonoridad bella y muy cálida, más que extraordinariamente precisa o segura. Esta última debilidad salió a la luz -sin problemas mayores- en la Octava Sinfonía, una versión muy personal en la que me llamó la atención el cuidado en jugar y estratificar las dinámicas, lo que dio mucho juego en los movimientos extremos. Fue una versión en conjunto de nuevo muy clásica, mucho más elegante y hasta galante que enérgica, vitalista o fogosa. Es, tal vez, la sinfonía beethoveniana más conseguida que le haya escuchado, en vivo o en disco.

No lo fue, sin embargo, lástima, ni mucho menos, la "Heroica", a la que el clasicismo a ultranza le sienta mucho menos bien que a la Octava. Pues resultó muy relajada, incluso amable en muchos pasajes, casi completamente carente de tensión y de pathos. También la Marcha fúnebre, rapidita y nada amenazante, tremenda o abismal: francamente, no me parece adecuado ese enfoque. Casi lúdico el scherzo, lo más logrado me pareció el finale, de extraordinaria claridad expositiva, aunque lo prefiero con mayor elocuencia en los clímax.

Mehta, que, ay, está muy mayor (tiene 79 años, y necesita discreta ayuda del concertino para subir y bajar del podio) sigue poseyendo una técnica extraordinaria y obtiene de este conjunto orquestal que no pertenece a la élite una respuesta seguro que muy superior a la de otros directores. Y quizá este Beethoven tan relajado, hasta confortable en líneas generales, sea debido a su madurez vital. Volviendo a la orquesta: las maderas, algo desiguales, destacan por el clarinete y el flauta principales. Y el punto más flaco es, sin duda, el de las trompas, algo toscas y bastante fallonas.

El concierto terminó a las 12,40. Tenían una propina preparada, pero Mehta señaló el reloj y el público comprendió que "no son horas".

lunes, 7 de septiembre de 2015

Varios: Fellner, Nelsons, Pressler

 

Till Fellner, el aún joven pianista austríaco no muy conocido (Viena, 1972), pero al que le he escuchado bastantes cosas, en disco y en directo, que me han gustado casi siempre mucho, añade a esta lista de aciertos las Invenciones y Sinfonías de Bach que le escuché el otro día por Radio Clásica: no recuerdo una sola versión que me haya convencido tanto, ni en clave ni en piano. Nada de rutina, sino creatividad, imaginación, musicalidad, sensibilidad, siempre (en mi opinión) dentro de estilo. Un pianista, decididamente, a seguir.

Nelsons interpreta la Sinfonía "Sorpresa" de Haydn

Una filmación procedente de una televisión centroeuropea ha hecho llegar a nuestros oídos y nuestros ojos una reciente interpretación, maravillosa, reveladora, de la Sinfonía 94 de Haydn a cargo de Andris Nelsons y la Orquesta del Festival de Lucerna. Ya le conocía al letón una magnífica Sinfonía 44 "Fúnebre" con la Staatskapelle Berlin (DVD/Blu-ray Arthaus) cuando aún era muy joven (2010) y otra estupenda Sinfonía 90 con la Sinfónica de Boston de enero de este año 2015, o sea que llueve sobre mojado. Pero esta "Sorpresa" ha sido en parte eso, una sorpresa, porque aquí Nelsons ha alcanzado la estratosfera, en una obra a la que se han acercado desde Furtwängler, Giulini o Bernstein hasta Colin Davis, Solti, Leppard, Marriner o Brüggen. Pues bien, repasando mis notas y calificaciones sobre mis versiones favoritas de esta Sinfonía me encuentro con un 10 en la antigua versión de Giulini/Philharmonia (EMI 1957), con un par de 9,5 (Marriner, Philips 1977 y Giulini/Chicago, CSO 1978) y algunos nueves. Pero ha sido tal la impresión que me ha producido Nelsons que debo rebajar la calificación de todos ellos, al menos medio punto, y darle el diez solo a él. Es una versión tan espontánea, imaginativa, bella y vital que me parece toda una revelación. La orquesta rinde, una vez más, mejor con él que con cualquier otra batuta que yo haya escuchado en los últimos años. ¡Antológica! Otro soberbio logro de este aún joven maestro.

Menahem Pressler: Recital a los 87 años

Varias veces estuve tentado de comprarme el blu-ray (Idéale Audience) con el recital que el pianista que siempre ha liderado el Trío Beaux Arts ofreció en la Cité de la Musique de París el 23 de marzo de 2011. Al verlo con el 50% de descuento acabé haciéndolo. Y me alegro de ello, pues las interpretaciones, pese a ciertos desniveles, son muy hermosas y la grabación es extraordinariamente fiel. En el libretillo el propio Pressler cuenta su vida en un artículo delicioso. El programa fue no solo largo sino de gran envergadura: la Sonata 31 de Beethoven con la que empezó me recordó a Arrau por la belleza del discurso y del sonido, por la nobleza y por mantener un poco orillados los aspectos más angustiosos y rebeldes de la partitura. Enternece ver cómo Pressler hace (como para sí) un gesto de triunfo al comprobar que había culminado con éxito la interpretación. De las tres mazurcas de Chopin que siguen me han gustado muchísimo dos de ellas: la Op. 7/1 y la Op. 17/4. Lo más indiscutible del recital son quizá las Estampes del autor de El Mar, que han vuelto a recordarme al Debussy del genial pianista chileno: no solo Pressler hace gala de un mecanismo en muy buena forma, sino que su paleta sonora es de una especial riqueza cromática. La segunda parte era ocupada por la última Sonata de Schubert, la famosa D 960. Aunque el primer movimiento no lo termina de redondear, incluso con recurrentes problemillas en algunos trinos, desde el Andante hasta el final encuentro muy bella y lúcida, magistral su recreación. No fue lo mejor de la velada el Nocturno chopiniano No. 20 que ofreció de propina. Hermoso testimonio de un gran músico, que confiesa no ser capaz de vivir sin su arte. ¡Por muchos años!