sábado, 12 de marzo de 2016

Asher Fisch dirige una importante "Forza del destino" en Blu-ray



Harteros, Kaufmann, Tézier, Kowaljow, Girolami y Krasteva

Un reparto prácticamente redondo y una dirección orquestal de primer orden avalan la nueva publicación Sony de La forza del destino de Verdi en DVD y Blu-ray, registrada en Múnich el 22 de diciembre de 2013. La toma de sonido y la imagen responden al más alto estándar actual. En cambio brillan por su ausencia los subtítulos en castellano. (Un pequeño despiste en el libretillo: la numeración de los tracks en los dos DVDs los han pasado sin revisar a la versión en un solo Blu-ray, en el cual el Acto III vuelve a figurar como corte 1, cuando debe ser el 15: los peligros del corta y pega...)

La escena, debida al irregular Martin Kusej, me parece que contiene no pocos aciertos (en particular el Acto I, la escena en que Fray Melitón reparte la sopa y el cuadro final de la ópera), pero que se desmadra aquí y allá en los actos centrales; la ópera en sí es, admitámoslo, un desmadre melodramático casi demencial; en todo caso, hay bastantes soluciones que no entiendo. Pero, en conjunto, me lo he pasado bien y no me he aburrido lo más mínimo. 

El poco conocido director musical, el israelí Asher Fisch (n. 1958), hace un trabajo que no exagero tildando de magnífico, con tremenda garra (bueno, en la obertura no es capaz de batir a la enorme competencia), un sonido verdiano de pura cepa, una pasión ardiente y un lirismo de gran intensidad, obteniendo además un soberbio rendimiento, por encima de lo habitual, de los siempre espléndidos conjuntos coral y orquestal de la Ópera de Baviera. Un director ya no joven, poco conocido hasta ahora, que es un verdiano de raza: hay que prestarle atención. 

Se ha reunido un elenco de bandera, que va de lo notable a lo excepcional. El omnipresente Jonas Kaufmann lo es por algo, por algo bastante: pese a que aquí y allá no suena muy italiano, pronuncia con absoluta perfección, es una voz idónea, robusta, con un centro y un grave llenos y un agudo con bastante squillo, que no obstante sufre en algunos momentos en un papel, el de Alvaro, que es de los más exigentes de Verdi. Su arrojo es tremendo, de principio a fin, sin reservarse lo más mínimo en su agotadora tarea. Acostumbrados a los Del Monaco y Corelli, algunos apianamientos y esfumaturas no gustarán a algunos, pero hay que tener presente que ser verdiano no significa cantar todo el tiempo a todo volumen. Y cuando Kaufmann apiana y demás, hay que reconocer que el texto siempre se presta a ello. Le da buena réplica como Don Carlo di Vargas un cantante no tan refinado como él, pero dotado de una voz sólida y resistente, ya de barítono cuasi dramático, que canta bien y con muy acertadas intenciones: hablo del francés Ludovic Tézier. (No es poco que ahora mismo haya al menos dos o tres buenos barítonos verdianos, junto a Carlos Álvarez y, quizá, Simon Keenlyside. No siempre los ha habido, hagamos memoria). 

La maravilla número uno del reparto es sin duda la Leonora de Anja Harteros en, tal vez, la mejor interpretación verdiana que le haya escuchado: la voz le ha ensanchado y se le ha agrandado aún un poco más, sin que haya perdido un ápice de su bello esmalte y su brillo esplendoroso; incluso los momentos de escritura más dramática, como "Son giunta" y el subsiguiente dúo con el Padre Guardiano los resuelve con suficiencia, al tiempo que nos seduce por completo en los más líricos, con un control del volumen magistral y una línea de canto que no lo es menos, además de encarnar a la sufriente Leonora con una convición desarmante. Sensacional y conmovedor su "Pace, pace, mio Dio". Por favor, que grabe todo lo que pueda.

Más que correcto Vitalij Kowaljow como Marqués de Calatrava y como Padre Guardiano, si bien él no es un bajo-bajo, como se pide, sino un bajo cantante, que además suele brillar, creo, más en Wagner que en Verdi. No conocía a Renato Girolami, que hace un Melitone muy acertado, sin el menor exceso bufo. Es además, como debe ser, más bien un bajo que un barítono. Pese a sus cambios de color -que tampoco me parecen graves en un papel como el de la gitana Preziosilla- domina la tesitura hasta los extremos la mezzosoprano Nadia Krasteva. Incluso los papeles menores están bien servidos.

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