martes, 26 de abril de 2016

Concierto y recital en Buenos Aires con Argerich y Barenboim



El concierto
EuroArts lanza -esta vez solo en 2 DVDs, no hay de momento versión en Blu-ray- dos actuaciones triunfales en el Teatro Colón de la capital argentina el 3 y el 5 de agosto de 2014. Se presentaban juntos por segundo año consecutivo dos astros musicales nacidos precisamente en esa ciudad, en 1941 ella y el año siguiente él. Aunque los inenarrables éxitos obtenidos están bien justificados, no cabe duda de que ya al salir a escena los dos músicos habían sido acogidos con enorme calor. 

El primer día fue el concierto orquestal, con la actuación de la West-Eastern Divan Orchestra, comenzando con una Obertura de Las bodas de Fígaro chispeante y apasionada a la vez, en la que llaman la atención la precisión y nitidez de las cuerdas. El Primer Concierto de Beethoven es quizá el que Barenboim ha tocado y dirigido a la vez en más ocasiones, pero esta vez solo dirigía. En complicidad con ella -que suele enfocar la música de modo bastante disímil a él- le brindó una introducción orquestal menos solemne y más vitalista y efervescente que de costumbre, continuando en la misma tónica a lo largo del movimiento y del rondó. Cuando Argerich no resulta demasiado personal, incluso hasta rozar lo caprichoso, o no sucumbe al virtuosismo desenfrenado (peligros inexistentes aquí) es irresistible, por su vitalidad, su desenvoltura, su frescura y espontaneidad, su pícaro humor en el Allegro scherzando final. Pero en el Largo sorprende ella al acercarse a los presupuestos habituales de su amigo, ahondando sobremanera en el trasfondo introspectivo de la música. La magnífica forma en que ella se mantiene, a sus 73 años, se advierte también en la propina que ofrece: Traumes-Wirren, de las Piezas fantásticas op. 12 de Schumann. 

La segunda parte la componían las cuatro partituras orquestales españolas de Ravel: la Rapsodia española puede que no alcance el extremo grado de sutileza tímbrica y atmosférica de su sensacional grabación con la Sinfónica de Chicago (Erato 1992); aun así, su depuración sonora y su capacidad de sugerir ambientes y perfumes siguen siendo resaltables, como su bullicioso final. La Alborada del gracioso constituye toda una creación: sarcasmo, negrura y fuegos de artificio a manos llenas hacen de esta versión una referencia absoluta. A destacar el sensacional solo de fagot de una chica cuyo nombre no he podido averiguar.

Dicha con especial naturalidad, la Pavana para una infanta difunta también alcanzó una interpretación admirable, muy bella y enormemente sentida. Soberbio el solo de trompa, a cargo de Jorge Monte de Fez, al que recientemente hemos visto en la Filarmónica de Berlín.
El Bolero es una obra cuyas interpretaciones muy, muy rara vez me satisfacen por completo, y esta no es una excepción. A un tempo para mi gusto demasiado veloz (14'05"), casi todos los solistas se desenvuelven con gran seguridad y los percusionistas logran ser implacablemente firmes, pero creo que a su tramo final le falta algo de contundencia y esplendor. (De las versiones que le he escuchado a Barenboim, la mejor sigue siendo para mi gusto su primera grabación, con la Orquesta de París. DG 1982. Aun así, mi favorita sigue siendo la de Martinon con esa orquesta). 

Pero el programa no acabó ahí, sino que tocaron completa la Suite nº 1 de Carmen: en la Aragonaise se lució lo suyo la oboísta Cristina Gómez Godoy. En el Intermezzo, dirigido con una melodiosidad y voluptuosidad sin precedentes, la actuación del flautista Guy Eshed no tiene ni ha tenido rival: ¿cómo es posible? Este joven, que lleva tocando muchos años en la Orquesta del Diván y es solista en la del Maggio Musicale Fiorentino, podría aspirar sin duda a pertenecer a una de las mejores orquestas del mundo. También los fagotes en Les Dragons d'Alcala dan una lección antológica. Como hace tantas veces, Barenboim dejó solos a los músicos en un brillantísimo Les Toréadors

Enmedio de un entusiasmo delirante, aún tocaron el precioso tango favorito de Barenboim: El firulete, de Mariano Mores (que acaba de morir el 13 de abril a los 98 años) y Rodolfo M. Taboada (1913-1987), orquestado para viento y percusión con enorme acierto por José Carli (n. 1931): es quizá la versión más jugosa entre las no sé cuántas escuchadas al director bonaerense.

El recital
Ya comenté en este blog el recital en la Philharmonie de Berlín el 19-4-2014, publicado por Deutsche Grammophon en CD y por EuroArts en DVD y Blu-ray, cuyo programa fue repetido en el Colón bonaerense cuatro meses después. Las diferencias entre uno y otro no son grandes, si bien me inclino ligeramente por este último, sobre todo en lo que se refiere a la interpretación de las maravillosas Variaciones D 813 para piano a cuatro manos de Schubert, aún más hondas y bellas aquí. En cuanto a la Sonata para dos pianos K 448 de Mozart que abría el programa y La consagración de la primavera (¡magnífico arreglo del propio Stravinsky para dos pianos!) que lo cierra, las diferencias son menores. 

La novedad de este segundo DVD de la caja es que han añadido las propinas, que ocuparon otra media hora de música: nada menos que el Andante y variaciones op. 46 de Schumann, para dos pianos, dos cellos (Linor Katz y Kian Soltani) y trompa (Jorge Monte de Fez), una curiosa y preciosa página de unos 18'; el Vals de la Suite No. 2 de Rachmaninov (lo primero de este autor que, salvo error, toca Barenboim; a la batuta ha hecho al menos la Rapsodia Paganini, con Lang Lang), el jugoso Bailecito de Carlos Guastavino y la trepidante y deliciosa Brazileira de Scaramouche de Darius Milhaud. La amplia repercusión que este recital tuvo en la prensa internacional está perfectamente justificada, ante todo por su altísima calidad artística. 

La grabación del sonido corrió a cargo de componentes del Estudio Teldex de Berlín; en todo caso, el recital suena aún mejor que el concierto: cuando los DVDs están bien hechos y cuidados, como es este caso, la nitidez de la imagen no queda tan lejos como suele de la del blu-ray. De todos modos, de publicarse también en el formato de alta resolución, estoy seguro de que se oiría y, sobre todo, se vería aún algo mejor.

1 comentario:

  1. Como vi todo el concierto con orquesta de un tirón, no advertí un serio defecto en la edición del mismo: los problemas empiezan en la segunda parte, con Ravel. Aunque en el libretillo dice que la Rapsodia española consta de cuatro cortes (como debería ser), en realidad consta de dos, el 7 y el 8. Peor aún: el corte 9 contiene no solo la Alborada del gracioso, sino además la Pavana para una infanta difunta. A partir del Bolero (corte 10) todo se normaliza: la Suite de Carmen ocupa los cortes 11 al 14, y el Firulete el 15. ¡¡Qué descuidados, qué chapuceros!!

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