martes, 12 de abril de 2016

Las Sinfonías y los Conciertos de Brahms por Mehta en Nueva York



 
Las Sinfonías

Sony acaba de reeditar un álbum de 8 CDs, precioso por su presentación, con estas obras, a las que se suman las Variaciones Haydn y la Obertura Académica. Los Conciertos estuvieron todos en un álbum triple que desde hace tiempo es inencontrable, pero las Sinfonías han corrido una suerte mucho más tortuosa: la Primera, grabada en 1982, no fue publicada hasta cinco años después ¡y solo en cassette! La Segunda y la Cuarta habían sido registradas tres años antes. La única digital es la Tercera, más las Variaciones, grabadas en 1981 y publicadas tres años más tarde. Un ciclo, pues, accidentado y sin duda desigual. 

Los Conciertos tuvieron más suerte: el de violín fue grabado en octubre de 1978 y puesto a la venta solo cinco meses después, los dos de piano fueron registrados el 3 y el 5 de febrero de 1979 y no vieron la luz hasta dos años y dos meses más tarde, y el Doble, más la Obertura Académica, grabados en abril y agosto de 1980, salieron a la venta, según el libreto, en febrero de ese mismo año ¡¡¡antes de haber sido grabados!!! Se supone que debió de ser en febrero de 1981. 

En su autobiografía, Mehta revela que "se convirtió en director porque deseaba profundamente dirigir las Sinfonías de Brahms y los poemas sinfónicos de Richard Strauss". Pues bien, una cosa son los deseos y otra bien distinta la realización de los mismos. Sabemos que, junto a logros menores, Mehta tiene en disco interpretaciones sensacionales de algunos poemas straussianos, pero lo cierto es que, por mucho que ame las Sinfonías de Brahms, no puede decirse que este ciclo neoyorkino (desconozco el que más tarde registró con la Filarmónica de Israel) esté entre los mejores; es más, junto a una más que notable Tercera (¡curioso: es la Sinfonía menos afortunada en disco, en la que pinchan varios ciclos!), nos encontramos con una de las más flojas Primeras registradas por un director importante. 

¿Qué tienen en común todas estas interpretaciones? Apenas nada; tal vez solo que la Filarmónica de Nueva York, orquesta de sonoridad poco brahmsiana, nos seduce pese a ello por su belleza tímbrica, su limpidez y transparencia, y por poseer algunos solistas excepcionales, en particular el oboe y el trompa principales. Pero ya se sabe: caben diversas posibilidades para el sonido Brahms ideal: dos orquestas tan diferentes como las Filarmónicas de Berlín y Viena lo pueden producir; ambos son muy propios y fascinantes, siendo tan distintos. Ni qué decir que la de Nueva York, sin alcanzarla, está más cerca de la austríaca que de la alemana. 

Pero no encuentro otros puntos en común en estas interpretaciones; escuchándolas a ciegas difícilmente pensaría que son de un mismo director. Aparte la falta de compromiso y hasta de lenguaje que se desprende de esta Primera, la Segunda posee en cambio un primer movimiento hermosamente lírico, para ir decayendo conforme avanza, hasta hallarnos con un finale desmayado y casi gris. Espléndida, como he dicho, la Tercera: no especialmente ardiente ni dramática, los dos movimientos centrales, sobre todo, seducen por su belleza y cantabilidad. La Cuarta, también mayormente lírica, es irreprochable, si bien no deja especial huella.



Los Conciertos

El director hindú es, como se sabe, una de las más hábiles batutas interpretando conciertos, habiéndose plegado con enorme habilidad y adaptabilidad a solistas de toda índole. Pero, claro, de eso a sintonizar a fondo con autores tan diversos y difíciles como Beethoven, Brahms, Tchaikovsky o Bartók hay un buen trecho. Y sin embargo Mehta lo ha logrado en ocasiones en todos ellos... y en muchos otros compositores, por supuesto. Lo cierto es que sin salir de este álbum comprobamos cómo Mehta suele destacar mucho más en las obras concertantes que en las sinfónicas. Solo en el Concierto para violín defrauda un tanto, salvo en un sensacional finale. A sus 58 años Isaac Stern no estaba ya en su mejor momento, habiendo perdido parte de su esplendoroso sonido y de su mecanismo, si bien no su arte, que sigue siendo grande. El Concierto doble, con un magnífico Pinchas Zukerman de lirismo excelso y un solo correcto Lynn Harrell, también constituye un gran acierto del hindú, que sorprende un tanto por su elegante, mucho más que apasionado, Vivace non troppo final. 

Yo no conocía ninguna de estas versiones de las Sinfonías, pero sí los Conciertos, y me ha llamado la atención cómo han mejorado de sonido en los presentes reprocesados: es curioso, los hay que apenas mejoran ciertas grabaciones (algunos hasta las estropean), mientras otros las transforman, para mejor. Es el caso de este Doble y de los de piano, que en la edición anterior sonaban grises, y ahora están mucho más limpios y nítidos; como ocurre tantas veces, al mejorar mucho el sonido, también las interpretaciones parecen mejores (hay, por eso, que tener mucho cuidado al emitir ciertos juicios). A mí siempre me habían parecido los de Mehta los menos extraordinarios de los Conciertos grabados por Barenboim, sin duda el pianista que más y mejor ha entendido estas obras, ya desde Barbirolli hasta Dudamel, pasando por Kubelik, Celibidache y Giulini (con éste solo el Segundo). Pues bien, ahora no lo tengo tan claro: creo preferible la labor de Mehta a la del gran director checo (no así las de los otros). Estas versiones neoyorkinas son profundas y maduras a la vez que contundentes, duras, agrestes, incluso por momentos agresivas. Y hay en ellas un movimiento absolutamente colosal, que jamás ha alcanzado -que yo sepa- tal fuego arrollador: el Allegro appassionato del Segundo Concierto. Escucharlo es una experiencia única que deja una marca indeleble.
 

2 comentarios:

  1. Tengo un segundo de Metha con Askenazhy con la OS Londres, muy antiguo, que me parece muy acertado.

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  2. En efecto, de ese Segundo de Brahms por Ashkenazy y Mehta tengo muy buen recuerdo, aunque hace mucho tiempo que no lo escucho; creo que es mejor que el que luego grabó el mismo pianista con Haitink.
    También Mehta dirigió en 1976 con enorme garra un Primer Concierto con un anciano Rubinstein (no tan bien) y la Filarmónica de Israel (originalmente Decca, luego reeditado por RCA dentro de la colección completa del enorme pianista polaco).

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